Es la ciento cincuenta entrega:
Uno
desearía que ciertas lecturas fueran eternas, como ciertas personas, desearía que
nunca murieran, y nos sigan deleitando con su arte, el problema es que son mortales, no hay que ser egoístas y dejarlas ir, gracias Daniel Rabinovich por su arte.
qué bien que quedó!!!! :D
ResponderEliminar